Si quieres puedes, pero hay que querer.
black and white bed linen

El despertar

Cuando dejas de huir y comienzas a sanar desde el alma

Hubo un día en el que dejé de huir. Ese instante abrió la puerta a todo lo que vendría después.

Hubo un momento en el que dejé de huir y empecé a mirarme de frente. No fue un milagro ni una iluminación perfecta. Fue cansancio, lucidez y una especie de paz rara que aparece cuando ya no queda nada que romper. Ese “mirarme” no fue solo enfrentar mi consumo, fue enfrentar algo que llevaba conmigo desde adolescente: el TLP. Durante años lo había tapado con ruido, velocidad, impulsos y adicciones, como si mantener la mente ocupada pudiera callarlo. Cuando dejé de consumir, se quedó solo él y yo. Y ahí entendí la magnitud de lo que llevaba dentro.

Desde ese punto, empecé a reconstruirme paso a paso, con toda la crudeza y todo el miedo. Aprendí a respirar sin que la ansiedad me gobernara, a pensar sin que el ruido emocional me arrastrara, a vivir sin ese vacío constante que siempre había intentado llenar con cualquier cosa que me destruyera. Fue como aprender un idioma nuevo dentro de mi propia cabeza.

Comprendí que el rumbo no cambia solo, que hay que mover los pies aunque tiemblen, que convivir con un TLP no es una sentencia, pero sí exige responsabilidad, herramientas y mucha humildad. Ese fue mi primer paso consciente hacia una vida distinta. No perfecta, no fácil, pero por primera vez una vida realmente mía.